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María, Madre y mujer de la Iglesia

A lo largo del camino de Jesucristo, múltiples son las figuras femeninas que acompañan con fe y esperanza los pasos de El Salvador. Dios es quien elige a María para formar a Jesús y luego es Jesús quien nos la entrega como Madre de todos. 

En el mes de la mujer, María, Madre de la Iglesia, es el ejemplo fiel de la fe, de la entrega y de la devoción. El Papa San Juan Pablo II dijo: “‘María Madre de la Iglesia’ refleja la profunda convicción de los fieles cristianos, que ven en Ella no solo a la madre de la persona de Cristo, sino también de los fieles. La que es reconocida como madre de la salvación, de la vida y de la gracia, madre de los salvados y madre de los vivos, es justamente proclamada Madre de la Iglesia.”

En la Biblia, las mujeres tienen una larga historia de estar cerca de Jesús. De hecho, en las genealogías en Mateo 1:1-17 y Lucas 3:23-38, encontramos a muchas de ellas que estuvieron involucradas en la vida de El Salvador desde su nacimiento hasta su muerte en la cruz. Entre ellas encontramos a su madre, María y a otras como Magdalena o Juana (Lucas 8: 1-3).

Particularmente, el papel de María es un papel muy importante en la obra de la salvación. Recordemos que en la escena del momento de la crucifixión, Ella fue quien acompañó a Jesús en todo momento. Podemos imaginarnos con cuánto dolor, pero ahí estaba, a un lado, incluso cuando muchos lo habían abandonado. María permaneció fiel. Al llegar a la Cruz, se mantuvo en pie, sufriendo intensamente, y se unió al sacrificio de su Hijo, consintiendo, con todo su corazón de Madre lleno de amor, que su Hijo fuese crucificado como medio para la salvación de los hombres. 

En ese momento, escucha las palabras de su Hijo, quien la da como madre a Juan: ¡“Mujer, ahí tienes a tu hijo”!. Jesús, en sus últimos momentos nos regala una figura femenina única, nos ofrece a su Madre como Madre de la humanidad.

María, en silencio y en oración, ofreció su alma y su dolor, así como ofreció su vida cuando el Ángel Gabriel le anunció la llegada del Mesías: “Yo soy la esclava del Señor; cúmplase en mí lo que me has dicho”. (Lucas 1, 26-38)

Dadoras de vida, con una fuerza sobrenatural, pacientes. Las mujeres a menudo son llamadas a ser pacificadoras y cuidadoras porque poseen cualidades innatas como la empatía y la intuición que son esenciales para estos roles. En este sentido, el Papa Francisco ha dicho: “La mujer es más que un objeto de belleza, la mujer es el ser testigo de esperanza en nuestro mundo de hoy… La Iglesia necesita mujeres que crean en su mensaje y quieran compartir con otros a través de sus vidas”.

Estas estrechas conexiones en las Escrituras nos muestran cuán importante es para nosotros como cristianos, hoy en día, resaltar el rol de María y de estas mujeres en la historia de nuestra salvación, así como en nuestro propio camino. En el día de la mujer, te invitamos a recordarlas y reconocerlas en nuestras madres, hijas y hermanas.