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Tiempo de Cuaresma, tiempo de preparación

Cuaresma: 40 días de conversión

Cuaresma: cuando los cristianos mudamos la piel del corazón

Oración, ayuno y amor: cuaresma tiempo de preparación

“Conviértete y cree en el evangelio”

«No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo. Por tanto, mientras tenemos la oportunidad, hagamos el bien a todos» (Ga 6,9-10a)

La cuaresma del latín “quadragésima” es el cuadragésimo día antes de la Pascua. Comienza el Miércoles de Ceniza y termina antes de la Misa de la Cena del Señor del Jueves Santo. Son 40 días de preparación para la gran fiesta de la resurrección.

Es el tiempo litúrgico de conversión, tiempo para arrepentirnos de nuestros pecados, y de cambiar algo de nosotros para ser mejores y poder vivir más cerca de Cristo. Un tiempo favorable para la renovación no solo personal sino también comunitaria que nos conduce hacia la Pascua de Jesucristo muerto y resucitado.

La duración de cuarenta días simboliza la prueba de Jesús al permanecer 40 días en el desierto, antes de su misión pública y está basada en el símbolo del número cuarenta en la Biblia. En ésta, se habla de los cuarenta días del diluvio, de los cuarenta años de la marcha del pueblo judío por el desierto, de los cuarenta días de Moisés y de Elías en la montaña, de los cuarenta días que pasó Jesús en el desierto antes de comenzar su vida pública, de los 400 años que duró la estancia de los judíos en Egipto.

El color litúrgico de este tiempo es el morado que significa luto y penitencia. Es un tiempo de reflexión, de conversión espiritual; período de preparación al misterio pascual.

Durante este ciclo contamos con una serie de medios concretos que la Iglesia nos propone y que nos ayudan a vivir la dinámica cuaresmal: la oración, condición indispensable para el encuentro con Dios; la escucha y la meditación; la renuncia a las circunstancias ordinarias de nuestra vida; el ayuno; la caridad.

El Santo Padre, el Papa Franscico, nos invita a reflexionar sobre la exhortación de San Pablo de Gálatas: «No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo. Por tanto, mientras tenemos la oportunidad (kairós), hagamos el bien a todos» (Ga 6,9-10a). San Pablo nos habla de un kairós, de un tiempo propicio para sembrar con vistas a la cosecha.

En este sentido, la Cuaresma nos invita a cambiar de mentalidad, para que la verdad y la belleza de nuestra vida no radiquen tanto en el poseer sino en el dar, no estén tanto en el acumular sino en sembrar el bien y compartir. Nos recuerda, a cada año, que el bien, como también el amor, la justicia y la solidaridad, no se alcanzan de una vez para siempre; han de ser conquistados cada día.

Que la Virgen de Luján nos guíe y nos regale el don de la paciencia y permanezca a nuestro lado con su amor maternal e incondicional, para que este tiempo de conversión dé frutos.

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