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Cuaresma, un tiempo de reflexión y perdón

La Cuaresma es un tiempo favorable para la renovación personal y comunitaria que nos conduce hacia la Pascua de Jesucristo muerto y resucitado. Este miércoles 22 comencemos este camino de reflexión y perdón en hermandad.

Todos los católicos estamos llamados a vivir los próximos cuarenta días en profunda reflexión sobre los acontecimientos ocurridos en la Semana Santa. El miércoles de ceniza nos invita y nos recuerda la necesidad de convertir el corazón, y creyendo en el evangelio de jesús, arrepentirnos es lo que nos aleja de él. Esas son las dos palabras clave de este tiempo: arrepentimiento y conversión.

Ahora bien, la celebración del miércoles de ceniza, que marca el inicio del tiempo cuaresmal, tiene una particularidad comparada con el resto de las liturgias: la imposición de las cenizas. Siguiendo una larga tradición, las cenizas provienen de las ramas de olivo del Domingo de Ramos del año pasado. Representan la destrucción de los errores del año anterior. Dichas ramas son incineradas y bendecidas y, convertidas en ceniza, se imponen en la frente de los creyentes con la frase: “Conviértete y cree en el Evangelio”, reiterando así que la vida en la Tierra es pasajera y que la definitiva se encuentra en el cielo.

Con la imposición de las cenizas, se inicia una estación espiritual particularmente relevante para todo cristiano que quiera prepararse dignamente para vivir el Misterio Pascual, es decir, la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor Jesús. Las cenizas son signo de finitud, de caducidad, de fragilidad, de nuestra mortalidad, como nos dice el libro del Génesis “Recuerda que eres polvo y al polvo volverás”.

Acostumbrados a vivir en la rutina, es muy fácil tratar al inicio de la cuaresma (y al resto de este tiempo) cómo un día más del año. Es por esto que, para nuestro camino cuaresmal, la Iglesia propone tres actitudes clave, destinadas a fomentar un crecimiento espiritual: la oración, el ayuno y la limosna. Estas tres formas de penitencia demuestran una intención de reconciliarse con Dios, con uno mismo y con los demás.

Es un tiempo de pedir perdón a Dios y a nuestro prójimo, pero es también un tiempo de perdonar a todos los que de alguna forma nos han ofendido o nos han hecho algún daño. Es tiempo de reformar nuestros corazones, es tiempo reparar y reformar nuestro interior “Oh, Dios, crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme”

En comunidad, unámonos en oración para poder ser capaces de reflexionar sobre nuestras vidas, para poder entender hacia dónde vamos y de analizar nuestro comportamiento. Le rogamos a la Virgen de Luján que nos acompañe, gaucha y peregrina, durante estos 40 días hacia semana santa.